viernes, 15 de noviembre de 2013

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La Pintura Barroca

El siglo XVII es por excelencia el Siglo de Oro de la pintura española, y en él florecieron la mayor parte de las escuelas artísticas nacionales, siendo la valenciana una de las más fecundas. Su clientela eclesiástica y conventual promoverá aparatosos lienzos de altar, en los que triunfa de manera portentosa la gloria de los santos, representados con óptica naturalista y conmovedores efectos de luz.
Museo de Bellas Artes de Valencia.
Sala Francisco Ribalta.
El predominio del tenebrismo naturalista de influencia italiana había empezado tímidamente en El Escorial, y llega a Valencia de la mano de Francisco Ribalta, quien iniciará una escuela particularmente definida tras su establecimiento en esta capital en 1599. Su producción pictórica es toda una lección del ambiente escurialense con evocaciones de Cambiaso, Zuccaro, Tibaldi, pero en Valencia evoluciona hacia un arte de profundo sentimiento religioso motivado por la contemplación de los cuadros de Sebastiano del Piombo que tenía la familia Vich, como se observa en el Encuentro del Nazareno con su madre. Uno de sus mejores logros naturalistas es San Francisco abrazado al crucificado, en el que una luz dirigida contribuye al arrobo místico y fervorosa entrega del franciscano; y el prodigioso Retablo de la Cartuja de Portacoeli, realizado entre 1625-28, del que llama la atención la monumental apostura de los modelos naturalistas, destacando el San Bruno por su intensidad expresiva.
Francisco Ribalta.
San Francisco abrazado al crucificado
Lienzo, hacia 1620.
No menos importante es la pintura de su hijo, Juan Ribalta, con obras de gran impacto como la Santa Cena deudora de la ejecutada por su padre para el Colegio de Corpus Christi; o el majestuoso lienzo de los Preparativos para la crucifixión, firmado con dieciocho años de edad y pintado para el Monasterio de San Miguel de los Reyes, en el que manifiesta sus dotes naturalistas junto a unos violentos escorzos y claroscuros, que unidos a los cambios de escala acentúan la profundidad del espacio.
Juan Ribalta.
Preparativos para la crucifixión.
Lienzo, 1615.
De los restantes pintores ribaltescos, hay que mencionar a: Vicente Castelló, yerno de Francisco Ribalta, al que se le atribuye una bellísima Coronación de la Virgen por la Trinidad; Abdón Castañeda, menos refinado en sus pinceles, como se advierte en la Virgen con ángeles músicos. Muy curiosa es la personalidad de Gregorio Bausá, con un grandioso Apostolado con ciertos influjos de Orrente.
        Tras los Ribalta, es Jerónimo Jacinto de Espinosa el pintor seiscentista mas importante en Valencia. Contemporáneo de los grandes pintores del barroco español (Zurbarán y Velázquez), su pintura es ejemplo vivo de un naturalismo áspero y crudo dotado de un profundo sentimiento religioso, como puede apreciarse en el Jesús niño de la Misa de San Pedro Pascual, y de una gran captación psicológica de las expresiones, como acontece en San Pedro Nolasco intercediendo por sus frailes enfermos, o al retratar al fraile dominico Fray Jerónimo Mos. También su fidelidad a la corriente contrarreformista se deja ver en lienzos como Ángeles dorando la Eucaristía, composición de gran predicamento iconográfico, o La Magdalena, donde una violenta luz tenebrista de gran impacto subraya la fuerza expresiva de su bella figura.
Jerónimo Jacinto de Espinosa.
Retrato del dominico fray Jerónimo Mos.
Lienzo, 1628.
Otro valenciano universal de la pintura barroca es el setabense José Ribera, quien desarrolló casi toda su producción artística en Nápoles. El Museo cuenta con un espléndido cuadro del Martirio de San Sebastián atendido por Santa Irene y una esclava, en el que desploma diagonalmente el apolíneo cuerpo del santo con un gran dominio del dibujo bajo un efecto de luz contrastada. Los filósofos Pitágoras y Heráclito son a su vez dos brillantes ejemplos de su personalísima interpretación del naturalismo a partir de una técnica empastada y vibrante ya en su fase de madurez.
        Contemporáneos de Ribera en Valencia son los March. Tanto Esteban, el padre, cuya personalidad agitada traslada a sus dinámicos cuadros de batallas bíblicas, sobresaliendo Josué parando el sol, como su hijo Miguel, quien en San Roque socorriendo a los apestados concibe una composición dinámica y abierta a partir del entrecruzamiento de líneas diagonales.
José de Ribera.
Pitágoras.
Lienzo, hacia 1630
Dentro de ese gusto por recrear con todo verismo los objetos, triunfan los cuadros de naturalezas muertas, bodegones, que en algunos casos, adoptan una significación simbólica, como acontece en las Alegorías de los sentidos, de Miguel March, cuatro lienzos pertenecientes, seguramente, a una serie más amplia. El más significativo de los bodegonistas valencianos será Thomas Yepes, con obras como Cazador dormido y Cazador bebiendo, y un excelente Bodegón con cerámica, típico de su modo de hacer basado en una cerámica decorada repleta de frutos en disposición simétrica bajo un efecto de trompe l´oeil.
Thomas Yepes.
Bodegón con cerámica.
Lienzo, siglo XVII.
Por otra parte el Museo también cuenta con una selecta colección de pintura barroca española con nombres tan relevantes como: el murciano Pedro Orrente, que también trabajó en Valencia, con un estremecedor Martirio de Santiago el Menor, en el que el juego de luz y contraluz adquiere un protagonismo especial; el popular Bartolomé Esteban Murillo, está representado con un dulcificado San Agustín lavando los pies a Cristo, realizado para el convento de San Leandro en Sevilla, en el que encarna un tipo de devoción que se complace en lo agradable; el también andaluz Juan Valdés Leal, con un San Antonio de Padua y el Niño Jesús, en el que desdeña la belleza del conjunto y se interesa más por la expresión del santo; Alonso Cano, con el gran lienzo de San Vicente Ferrer predicando, donde triunfa el colorido claro y la pincelada suelta. De Juan de Pareja es un Retrato del arquitecto José Ratés Dalmau; del teórico pintor y fresquista Antonio Palomino, asentado en Valencia desde 1699, es La Iglesia militante y la Iglesia triunfante, una compleja composición alegórica que luego traducirá al fresco en la Iglesia de San Esteban de Salamanca. También la escuela madrileña está representada por el pintor de la corte de Felipe IV Francisco Fernández en un excelente cuadro de Saul atentando contra David, donde muestra una agitada composición deudora de Carducho y Jusepe Leonardo; y Antonio de Pereda, con una monumental Crucifixión. El soberbio Autorretrato de Diego Velázquez, obra señera del Museo, constituye en este grupo la pieza más sobresaliente.
Pedro Orrente.
Martirio de Santiago el Menor.
Lienzo, 1639
Bartolomé Esteban Murillo
San Agustín lavando los pies a Cristo
Lienzo, hacia 1650 - 1655.
   
Alonso Cano.
San Vicente Ferrer predicando.
Lienzo, 1644.
Diego Velázquez.
Autorretrato.
Lienzo, hacia 1650.
   

Valerio Castello.
Rapto de las Sabinas
Lienzo, hacia 1650.
De las escuelas internacionales del Barroco hay que mencionar la italiana, con figuras tan principales como: Luca Giordano, con el Martirio de San Bartolomé, en el que asimila la influencia de la pintura de José de Ribera; las pinturas mitológico decorativas de Valerio Castello, como el Rapto de las Sabinas en la que tanto el color como la técnica están al servicio del dinamismo conferido a la escena representada; el un tanto ecléctico Domenico Fiasella, con un decorativista Festín de Baltasar exponente del barroco genovés; Antonio Lazzarini, con un bello David vencedor; y Rutilio Manetti con el cuadro Loth y sus hijas, tratado como una escena de taberna a la manera caravagesca con efectos de luz.
Daniel Seghers.
Guirnalda de flores con la Asunción de la Virgen.
Lienzo, siglo XVII.
Finalmente los cuadros flamencos de Daniel Seghers con dos características composiciones de Guirnalda de flores con la Asunción de la Virgen y Guirnalda de flores con el Noli me Tangere, que ejemplifican la estética y gusto ornamental del barroco; el holandés Matthias Stomer, cuyo San Sebastián atendido por Santa Irene y una esclava es un buen ejemplo del modo de hacer de los artistas denominados caravagistas nórdicos.
        Otras piezas singulares son los curiosos Bodegón de crustáceos y Bodegón de ostras, de Onofrio Loth, cargados de virtuosismo técnico y exuberancia colorista; o los cuadritos flamencos de pequeño formato como Paisaje, de Jan Frans Bloemen, con impresionantes efectos lumínicos; Jan Pieters, y sus barcos en Naufragio; el círculo de Jan Josephs van Goyen, con una brumosa Marina con torre y barcas, en la que se conjugan las arquitecturas con grupos de personajes; y el Retrato ecuestre de D. Francisco de Moncada, Marqués de Aytona, atribuido a Anthon Van Dyck, claro ejemplo de cuadro de aparato, refinado y selecto, en el que consigue efectos de una extraordinaria distinción, colorido y brillantez, que lo sitúan muy próximo al que conserva el Museo del Louvre.

Onofrio Loth.
Bodegón de crustáceos
Lienzo, siglo XVII.
El arte barroco en sus más amplias manifestaciones artísticas es un fenómeno complejo de índole social, político y religioso.
El barroco es la continuación al manierismo italiano que prevalece durante la primera mitad del siglo XVI. Si el manierismo comienza a usar los cánones clásicos con artificiosidad, el barroco que le sucede abandona la serenidad clásica para expresar un mundo en movimiento y agitación de los sentidos. Por tanto, la tendencia del barroco es a la exageración y la ostentación.
Origen del Arte Barroco
Causas Político religiosas
Barroco valenciano: torre de Santa CatalinaSe suele decir que el Arte Barroco es el arte de la Contrarreforma. Para reaccionar contra la severidad e iconoclastia del Protestantismo, la Iglesia Católica alentó la edificación de templos con profusión de escultura.
También dirigió a los artistas a alejarse de los temas paganos que tanta aceptación tuvieron durante el Renacimiento, así como evitar los desnudos y las escenas escandalosas.
Tanto en las artes visuales como en la música, la influencia de la Iglesia sobre los artistas iba dirigida a emocionar y enardecer la devoción mediante estímulos psicológicos.
Estas normas aparentemente conservadoras y austeras derivaron, sin embargo, en este arte suntuoso y recargado que llamamos Barroco.
Causas sociales y psicológicas
El siglo XVII fue una época de guerra y violencia como en pocas fases de la historia europea. La vida se veía frecuentemente atormentada en dolor y muerte. Por eso también era más necesaria que nunca la exaltación de la vida agitada e intensa para el hombre barroco.
En ese contexto, se experimentaba el empuje de amar las pasiones de la vida así como el movimiento y el color, como si de una magna representación teatral se tratase. De hecho, se ha indicado con acierto que en las artes plásticas, el barroco intenta reproducir la agitación y vistosidad de la representación teatral.
Al igual que una representación dramática se apoya en un decorado vistoso y efímero, la arquitectura barroca se subordina a la decoración, que ha de ser espectacular.
Otra de las características del barroco que se manifiesta en la arquitectura, escultura y la pintura es el juego de las sombras. En la estética del barroco, son muy importantes los contrastes claroscuristas violentos. Esto es apreciable fácilmente en la pintura (por ejemplo el tenebrismo) pero también en la arquitectura, donde el arquitecto barroco juega con los volúmenes de manera abrupta con numerosos salientes para provocar acusados juegos de luces y sombras, como se puede apreciar, por ejemplo, en la Basílica del Pilar de Zaragoza (VER IMAGEN)
Claroscuros del Barroco. El Pilar
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La página del ARTE BARROCO está ordenada por subsecciones que aparecen en la parte superior de la columna de la izquierda. En cada sección se estudian diferentes aspectos del arte barroco, con fotografías y descripciones.
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· Escultura Barroca
· Pintura Barroca

Queremos compratir con ustedes un video que nos parecio muy intersante para lograr comprender un poco mas de este movimiento artistico, que se expandio por todo el mundo y tuvo sus inicios en Europa.

Esperamos que les guste !

video :
http://www.youtube.com/watch?v=P8MYRvOiUMw

3. ESCULTURA BARROCA EN ITALIA : GIAN LORENZO BERNINI
- Bernini fue al Barroco lo que Miguel Ángel al Renacimiento, tanto su arquitectura como su escultura son las obras más acabadas del arte romano del “seiscientos”; las esculturas más representativas de este estilo y las que inauguraron el ciclo fueron las de Bernini, arquitecto y escultor casi exclusivo del Vaticano, del papa Urbano VIII, siendo su influencia enorme a lo largo de los siglos XVII y XVIII.
- Sus obras escultóricas se caracterizan por un profundo naturalismo, por la búsqueda de calidades texturales, casi pictóricas, tanto en pieles como en vestidos u otros elementos, por emplear escenografías barrocas en sus composiciones, donde es protagonista el movimiento, los gestos son siempre exaltados y las actitudes teatrales. Ejemplos:
+ El rapto de Proserpina: grupo escultórico que representa a Proserpina siendo raptada por Plutón; la composición, figura serpentinata, es reminiscencia del Manierismo y permite una observación simultánea del rapto y de la petición de Proserpina a su madre de regresar durante seis meses a la Tierra; destacables son los detalles, Proserpina empuja la cabeza del dios estirando su piel y los dedos de éste aprietan cruelmente la carne de la diosa.

+ Apolo y Dafne: Se representa el momento en el que la ninfa se metamorfosea en laurel, produciéndose una dicotomía entre el movimiento y la quietud, por un lado, y lo pulido y lo rugoso, por otro.
 


+ David: Representado en plena acción, con el cuerpo retorcido y el rostro extremadamente expresivo; continúa la evolución del tratamiento de este tema, desde Donatello y Miguel Ángel hasta éste de Bernini. 
+ Baldaquino de San Pedro del Vaticano: Manifiesto en bronce de la estética barroca sobre la tumba del apóstol, de 29 metros de altura, recargado con abundantes elementos decorativos, tratamiento distinto y rupturista de los órdenes clásicos, cuatro columnas salomónicas con capitel de orden compuesto sostienen un entablamento ondulado, coronado por un dosel, decorado con figuras de ángeles y niños, sobre el que se  alzan cuatro volutas que convergen en el globo terráqueo que sostiene una cruz.



+ Cátedra de San Pedro: Termina su decoración interior con esta espectacular Cátedra, situada en el fondo del ábside y sostenida por estatuas de los Padres de la Iglesia Católica, como símbolo de la sabiduría y de la autoridad papal; la paloma simboliza la iluminación divina.
+ Éxtasis de Santa Teresa: Muy efectista y teatral, el pesado cuerpo de la santa aparece sobre las nubes, algo insólito en escultura, destacando además los pliegues y ligereza de la túnica; Bernini nos ofrece de nuevo una imagen momentánea: el momento en que el ángel levanta el dardo para volverlo a clavar e insuflar de amor por Dios a Teresa, ; esta escena escultórica se integra en un gran marco arquitectónico también compuesto por Bernini.